Hace muchos, muchos años, un novel diseñador recibió el encargo de crear el logotipo de una pequeña empresa dedicada a la telefonía, con tienda al público, un par de vehículos, y otros soportes más.
La premisa, era que en el logo deberían aparecer dos elefantes sujetando sendas raquetas de tenis. El fundador de la pyme era amante de los safaris y del mencionado deporte.
No recuerdo si le presenté una solución como en El Principito: quizá le contase que la parabólica, como la boa, se había tragado a los elefantes con sus raquetas. El caso, es que en mi propuesta no había paquidermos ni palas de tenis, y me quedé sin el encargo.
Con ello, quiero decir que no pondré dos elefantes con dos raquetas en tu logotipo, a no ser que el encargo sea para una escuela elefantil de tenis. O que se trate de un vino de autor con el nombre de Los Elefantes Tenistas.
Tú, que eres quien mejor conoce tu negocio, actividad y sector, serás la primera fuente de información del diseñador. Pero si le pides elefantes, y te da elefantes, probablemente no sea lo que necesites.